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De luces, sombras y Belmondo.
La vida en blanco y negro huele a humo y a callejón, sabe a cecina y hace ruido al tocarla. La vida en blanco y negro es de Bogart y de Mitchum, pero yo no fumo y tengo tendencia a perder las gafas de sol. Cada una de esas líneas negras me recuerda el sonido del tren cuando entraba en el túnel. Vuelvo a ver los pinos negros por el gasóleo mal quemado durante tantos días y tantos años, y me acuerdo de aquella tarde de sol y de aquella canción metálica que escuchaba una y otra vez sin poder…
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De ángulos inversos que forman perspectivas.
Si pudiera volver atrás y bajar de ese avión, no dudaría en hacerlo. La lluvia me empapa las pestañas y siento que pesan como vigas de hormigón que se hundirán en el mar. Por el acento de sus pasos sobre la fina película de agua que hay en la acera, sé que papá está tan seguro como yo de que todo esto ha sido un error. Desde luego no es el mayor que hemos cometido juntos, pero mamá estará contenta. La costumbre me hace suponer que el sol salió esta mañana, pero ni siquiera estoy seguro de eso. Si un ente revolucionario me discutiera esa posibilidad, no tardaría en ceder…
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De lo que el tiempo hizo/hará con nosotros dos.
– No quiero volver a verte. – Ojalá no te hubiera conocido. MADERA Suave como la superficie de un lago en el agosto más ardiente. Al tacto se diría que todavía le queda polvo del que le sacó la lija más fina. Por la mano penetra un olor tan dulce que vulnera, consciente, las capacidades más básicas de la razón. Huele a agua entre los dedos, sabe a nudos, y se pega, como la resina que se vuelve loca por escapar. ¿A quién le importa el hierro de los clavos si entran suaves, de un solo golpe? El grito…