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De las cenizas de una tormenta.
La tormenta había cambiado todo. Las imprevistas nubes de plomo habían engullido el calor vespertino y habían regurgitado un bochorno áspero y con un respirar complicado. Apenas una hora había bastado para que el rumbo de miles de pasos se detuviese por unos instantes y jamás volviese a encontrarse. Todo eran dudas, todo era vapor de un chapoteo filtrado a las entrañas del hormigón. De repente, todo era gris. Así es como una pareja cualquiera, en un bar que hacía esquina, interpretó la tarde. La tormenta, tan anodina como cualquier otra de aquel verano insípido o de otro al azar, había electrificado sus planes.…
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De la hierba y de unos ojos.
Respirar cerca del suelo me ayuda a engañar a los pulmones. Modosos, como flotando en anestesia de estraperlo, creen estar en otro lugar. También he engañado a mis ojos. Ver diversos tonos de verde y nada más que verde, ha creado la ilusión en lo más profundo de mis modestas pupilas de que he reptado a otro mundo más allá. Mis entrañas, sin embargo, son mucho más difíciles de engañar. Hundidas y maltratadas, han desarrollado la percepción sublime del que no aguanta más, del que se jura cada vez que será la última, y del que se cansa de respirar. Dormidas, aplastadas contra una realidad…
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Del gato y de ti.
El cine, me sabe a ti. Cuando paso la mano por la butaca de al lado y oigo el roce de la tela contra el silencio, me huele a ti. En las películas se puede oír la cafetera, pero nunca huele a café. Ayer volví y Madrid olía a café. En esta cocina yo te oigo, pero no estás y ya no huele a nada. Mis padres no paran de venir a verme. Mis hermanos no dejan descansar el teléfono, y yo peleo por no cogerlo. Tus padres paseaban ayer cuando salí de trabajar, y de tus hermanos mejor no tener noticias. Yo estoy bien, ya…
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De la culpa y de unos pies descalzos.
La última vez que te escuché reír pensé que iba a ser la primera, que dormiríamos juntos y que al día siguiente yo sería alguien. Mañana seré alguien, pero todo lo demás nunca pasó. Me dí la vuelta y allí no había nadie. De nuevo, al mirar de frente, tampoco vi a nadie. Te fuiste y la ciudad se fue contigo. El tiempo y el viento, todo se fue. Famélico y sucio, envuelto en un ruido atroz, salí de allí como pude. Pasaron tres días en los que no me encontré ni te encontré. Tampoco lo encontré a él, pero sabía que estaba, como dios que es, en…
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De arrugas y de volver a empezar.
Al sentarse, una descarga de libertad sacudió su cuerpo desde lo más profundo de sus entrañas hasta la fina superficie de aire que rodeaba su piel. En ese momento, mientras miraba a la gente que tenía alrededor y que de nada conocía, se planteó, casi sin darse cuenta, que estaba ante un punto y aparte. En realidad estaba ante una mayúscula y en otra línea, porque el punto y aparte ya lo había dejado atrás con un portazo al salir de un apartamento que ya no consideraba suyo desde hacía días. Bajando la escalera y sin saludar al portero, decidió no…
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De lo que ya no somos
Su esposa murió afirmando que no recordaba una sola palabra de su lengua natal. A pesar de haber llegado al país en el mismo barco, ella no volvió a hablar italiano tras el par de años de adaptación. La excusa de practicar el nuevo idioma llevó enseguida a asegurar que no recordaba absolutamente nada del antiguo. Nadie se lo creyó nunca más allá de sus propios hijos y algún que otro auténtico americano, como ellos, de los que las lenguas extranjeras suponen una nebulosa abstracta tan difícil de comprender como la ecuación de las ondas gravitacionales. Para ellos, si la señora decía que no recordaba ni una…
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De ángulos inversos que forman perspectivas.
Si pudiera volver atrás y bajar de ese avión, no dudaría en hacerlo. La lluvia me empapa las pestañas y siento que pesan como vigas de hormigón que se hundirán en el mar. Por el acento de sus pasos sobre la fina película de agua que hay en la acera, sé que papá está tan seguro como yo de que todo esto ha sido un error. Desde luego no es el mayor que hemos cometido juntos, pero mamá estará contenta. La costumbre me hace suponer que el sol salió esta mañana, pero ni siquiera estoy seguro de eso. Si un ente revolucionario me discutiera esa posibilidad, no tardaría en ceder…
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De lo que el tiempo hizo/hará con nosotros dos.
– No quiero volver a verte. – Ojalá no te hubiera conocido. MADERA Suave como la superficie de un lago en el agosto más ardiente. Al tacto se diría que todavía le queda polvo del que le sacó la lija más fina. Por la mano penetra un olor tan dulce que vulnera, consciente, las capacidades más básicas de la razón. Huele a agua entre los dedos, sabe a nudos, y se pega, como la resina que se vuelve loca por escapar. ¿A quién le importa el hierro de los clavos si entran suaves, de un solo golpe? El grito…